PARROQUIA DE LA SAGRADA FAMILIA
"la mies es mucha y los obreros pocos …"
El Templo también necesita unos cuidados.
Igual que cuidamos y limpiamos nuestra casa, la Parroquia necesita de nosotros. Sin este grupo de limpieza tendríamos nuestra CASA un poco sucia y descuidada.
Estas personas comprometidas en servir al Señor, ejercen una labor fundamental y nos prestan a todos los miembros de la comunidad, de forma voluntaria, un servicio impagable dedicando parte de su tiempo en mantener limpio el templo y las instalaciones de la parroquia.
Si estás con ganas de ayudarnos te esperamos. Nos reunimos los JUEVES a las 10:00h.
Toda ayuda siempre es muy AGRADECIDA.
Os dejamos esta reflexión de Benedicto XVI en una audiencia a propósito del voluntariado en las JMJ organizadas en Madrid en 2011 :
“…Al dar su tiempo, el hombre da siempre una parte de la propia vida. Al final, estos jóvenes estaban visible y “tangiblemente” llenos de una gran sensación de felicidad: su tiempo que habían entregado tenía un sentido; precisamente en el dar su tiempo y su fuerza laboral habían encontrado el tiempo, la vida. Y entonces, algo fundamental se me ha hecho evidente: estos jóvenes habían ofrecido en la fe un trozo de vida, no porque se les había mandado o porque con ello se ganaba el cielo; ni siquiera porque así se evita el peligro del infierno. No lo habían hecho porque querían ser perfectos. No miraban atrás, a sí mismos. Me vino a la mente la imagen de la mujer de Lot que, mirando hacia atrás, se convirtió en una estatua de sal. Cuántas veces la vida de los cristianos se caracteriza por mirar sobre todo a sí mismos; hacen el bien, por decirlo así, para sí mismos. Y qué grande es la tentación de todos los hombres de preocuparse sobre todo de sí mismos, de mirar hacia atrás a sí mismos, convirtiéndose así interiormente en algo vacío, “estatuas de sal”. Aquí, en cambio, no se trataba de perfeccionarse a sí mismos o de querer tener la propia vida para sí mismos. Estos jóvenes han hecho el bien –aún cuando ese hacer haya sido costoso, aunque haya supuesto sacrificios– simplemente porque hacer el bien es algo hermoso, es hermoso ser para los demás. Sólo se necesita atreverse a dar el salto. Todo eso ha estado precedido por el encuentro con Jesucristo, un encuentro que enciende en nosotros el amor por Dios y por los demás, y nos libera de la búsqueda de nuestro propio “yo”. Una oración atribuida a san Francisco Javier dice: “Hago el bien no porque a cambio entraré en el cielo y ni siquiera porque, de lo contrario, me podrías enviar al infierno. Lo hago porque Tú eres Tú, mi Rey y mi Señor”.
El Templo también necesita unos cuidados.
Igual que cuidamos y limpiamos nuestra casa, la Parroquia necesita de nosotros. Sin este grupo de limpieza tendríamos nuestra CASA un poco sucia y descuidada.
Estas personas comprometidas en servir al Señor, ejercen una labor fundamental y nos prestan a todos los miembros de la comunidad, de forma voluntaria, un servicio impagable dedicando parte de su tiempo en mantener limpio el templo y las instalaciones de la parroquia.
Si estás con ganas de ayudarnos te esperamos. Nos reunimos los JUEVES a las 10:00h.
Toda ayuda siempre es muy AGRADECIDA.
Os dejamos esta reflexión de Benedicto XVI en una audiencia a propósito del voluntariado en las JMJ organizadas en Madrid en 2011 :
“…Al dar su tiempo, el hombre da siempre una parte de la propia vida. Al final, estos jóvenes estaban visible y “tangiblemente” llenos de una gran sensación de felicidad: su tiempo que habían entregado tenía un sentido; precisamente en el dar su tiempo y su fuerza laboral habían encontrado el tiempo, la vida. Y entonces, algo fundamental se me ha hecho evidente: estos jóvenes habían ofrecido en la fe un trozo de vida, no porque se les había mandado o porque con ello se ganaba el cielo; ni siquiera porque así se evita el peligro del infierno. No lo habían hecho porque querían ser perfectos. No miraban atrás, a sí mismos. Me vino a la mente la imagen de la mujer de Lot que, mirando hacia atrás, se convirtió en una estatua de sal. Cuántas veces la vida de los cristianos se caracteriza por mirar sobre todo a sí mismos; hacen el bien, por decirlo así, para sí mismos. Y qué grande es la tentación de todos los hombres de preocuparse sobre todo de sí mismos, de mirar hacia atrás a sí mismos, convirtiéndose así interiormente en algo vacío, “estatuas de sal”. Aquí, en cambio, no se trataba de perfeccionarse a sí mismos o de querer tener la propia vida para sí mismos. Estos jóvenes han hecho el bien –aún cuando ese hacer haya sido costoso, aunque haya supuesto sacrificios– simplemente porque hacer el bien es algo hermoso, es hermoso ser para los demás. Sólo se necesita atreverse a dar el salto. Todo eso ha estado precedido por el encuentro con Jesucristo, un encuentro que enciende en nosotros el amor por Dios y por los demás, y nos libera de la búsqueda de nuestro propio “yo”. Una oración atribuida a san Francisco Javier dice: “Hago el bien no porque a cambio entraré en el cielo y ni siquiera porque, de lo contrario, me podrías enviar al infierno. Lo hago porque Tú eres Tú, mi Rey y mi Señor”.
Teléfono
916762835
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